Después de un par de años en los que el mercado pareció quedarse en punto muerto, 2026 podría ser el año en que todo vuelva a moverse. Las previsiones de los expertos indican que se espera que más personas se muden —y eso podría abrir la puerta para que tú también lo hagas.

Con las dificultades de asequibilidad que hemos visto en los últimos años, muchos potenciales mudadores pusieron sus planes en pausa. Esa pausa no dura para siempre: siempre hay gente que necesita mudarse, y los pronósticos apuntan a que más de esas personas volverán a actuar en 2026. Eso debería traducirse en un aumento de las ventas a nivel nacional.

Varios factores concretos suelen impulsar ese repunte: la mejora relativa de la accesibilidad (por ejemplo, si las tasas bajan aunque sea modestamente), el aumento del inventario que ofrece más opciones a los compradores, y los motivos de vida que obligan a cambiar de casa —empleo, formación, crecimiento o reducción de la familia, y decisiones de jubilación o cuidado. Además, muchos propietarios cuentan hoy con niveles de patrimonio (equity) que les permiten vender con comodidad o financiar su próxima compra, lo que también facilita la rotación.

En conjunto, estos elementos crean las condiciones para que más personas retomen sus planes de mudanza: es una combinación de estímulos financieros (tasas/inventario) y razones personales y demográficas que siempre han sido el motor del mercado. Por eso se espera mayor actividad en las ventas el año que viene.

La gran demanda de muchos compradores ha venido condicionada por una esperanza común: que las tasas hipotecarias bajen. Tras haber tocado picos cercanos al 7% a comienzos de este año, las tasas han empezado a bajar, y las previsiones indican que esa tendencia podría continuar a lo largo de 2026 —aunque no de forma lineal ni sin baches.

Hay una regla práctica en los mercados financieros: cuando las tasas suben lo hacen rápido, pero cuando bajan lo hacen despacio. Por eso cabe esperar una mejora moderada y con volatilidad por el camino. Aun así, las proyecciones sitúan las tasas en una senda descendente que podría dejarlas en la zona baja de los 6% o incluso en los altos 5% hacia finales del próximo año.

No hace falta una caída enorme para que lo notes: comparado con el 7% de meses atrás, incluso una reducida bajada ya supone cientos de dólares menos en el pago mensual para muchos compradores. Para una parte del mercado eso puede marcar la diferencia en términos de asequibilidad.

¿Y los precios? A nivel nacional, la previsión general es que seguirán subiendo, pero de forma moderada. Con las tasas en descenso, más compradores volverán al mercado, y esa demanda añadida ejercerá cierta presión alcista sobre los precios. Eso significa que, si bien algunos mercados locales pueden registrar ligeras caídas, no se espera un desplome generalizado.

En otras palabras: sí habrá crecimiento de precios a escala nacional, pero será más sostenible y predecible que en los años de subida acelerada. Esa mayor previsibilidad facilita la planificación de tu presupuesto y reduce la probabilidad de movimientos bruscos e inesperados. Recuerda que la evolución concreta dependerá mucho de tu mercado local. La oferta disponible (inventario) es una de las variables que más influye en las diferencias regionales: donde el inventario es alto puede que la apreciación sea más lenta; donde sigue siendo limitada, los precios tenderán a mantenerse o a subir con mayor fuerza.


En resumen

Tras un periodo de menor actividad, 2026 asoma como un año con más movimiento y más oportunidades: se espera que aumenten las ventas, que las tasas hipotecarias sigan una tendencia moderadamente a la baja y que el crecimiento de los precios sea más moderado y sostenible. Todo ello deja un panorama más favorable para compradores y, en muchos casos, para quienes necesitan vender y comprar en cadena.

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